Últimamente me estoy dando cuenta de lo poco que importan el talento y la perseverancia si no pones auténtico amor en lo que haces. Muy poco.
Básicamente, una puta mierda.
Creo además que esto es extrapolable a todos los órdenes de la vida: follar, bailar, cambiar pañales, cocinar una lasaña o envolver a tu pareja en papel-film.
Y ojo, no estoy diciendo que folléis enamorados. Digo que folléis con amor.
Porque, vale, se parece: pero no es lo mismo.
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