Ahora toca existir un día sí, un día no, y así sucesivamente.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Y de nuevo, te sonreirá.



Tu madre insistirá en que te comas los garbanzos, pero tú no lo harás. Le pedirás que aparte la zanahoria, que vuelva a calentarlos, que te dé un tenedor para pincharlos. Protestarás. Llorarás un poquito.

Y tu madre hará todo eso.

Pero tú no te los comerás.

Con el tiempo, le cogerás un poco el truquillo a unas cuantas cosas. A los garbanzos, sin ir más lejos. Pero también a tu madre. Aprenderás a contentarla, a negociar la justa cantidad de espinacas a cambio de unas natillas, a decretar la obligatoriedad de llevar tu bicicleta nueva a todas partes y la opcionalidad del abrigo en pleno invierno, con alerta por temporal.

Tu lógica, en todo caso, será aplastante. Tu madre, en cambio, no estará de acuerdo bajo ningún concepto. Suspirará.

Y guardará en el bolso un gorro y un jersey de recambio por si acaso.

Se enamorará de ti. De forma dulce y beligerante a un tiempo. Te hará regalos, te achuchará en la cama, ensalzará el mérito de cada una de tus victorias, por pequeñitas que parezcan. Justificará tus errores. Aliviará con un beso sus consecuencias. Te aconsejará para que no vuelvas a cometerlos.

Tú asentirás, convencido y voluntarioso.

Ella sonreirá.

Y en menos de una semana la volverás a cagar.

Con el tiempo, además, aprenderás que, aunque la necesites, a veces debes alejarte de ella. Tu madre te ayudará, aunque le duela. Te dejará que vuelvas tarde. Obviará que traes las pupilas como platos. Se esforzará por conocer a tus amigos. Te acompañará a echar la matricula para la universidad, aunque hayas elegido la carrera equivocada.

Y en la maleta te pondrá ropa de abrigo.

Y pasarán los años y las personas y los éxitos y los fracasos. Te harás un hombre. Asumirás tus responsabilidades. Entenderás algunas cosas y otras no. Te comprarás un coche. Un nuevo mundo nacerá contigo y, de algún modo, comenzarás a contemplar a tu madre como un anacronismo, una tierna reliquia del antiguo.

Tendrás que explicarle muchas veces las cosas.

Y aunque no las entienda, ella sonreirá.

Empezarás a estar muy ocupado. La vida -tu vida- se convertirá en una aventura apasionante y muy exigente. Conocerás a alguien. Incluso puede que formes tu propia familia. Crecerás profesionalmente. Invertirás en acciones. Pasarás tus vacaciones gracias a una ingeniosa modalidad de apartamentos en multipropiedad.

A tu madre, la verás por su santo y cada navidad.

Y poco a poco se transformará en una suerte de animal mitológico, una heroína legendaria y eterna que sigue regando los geranios e ingresándote de vez en cuando dinero en la cuenta por si acaso.

Pero te sentirás lejos de ella.

Y será lo natural.

Hasta que un día, un día cualquiera, te llame un familiar. Dejarás lo que estés haciendo, te cambiarás de chaqueta, encenderás un cigarrillo y marcharás hacia el hospital.

Tu madre estará tumbada en una cama. Repararás en su dedos diminutos, nudosos y casi transparentes. La mascarilla de oxígeno. Sus ojos mirándote fijamente.

Y en ese preciso instante entenderás todo de golpe. Lo de los garbanzos, lo del abrigo. Tu autosuficiencia. El paso del tiempo. Eso que llaman ley de vida. Qué era urgente y qué era importante. Las visitas que no le hiciste, los besos que le escamoteaste.

Ahí estáis los dos, frente a frente.

Ella sujeta a la vida por un hilo cada vez más fino, casi invisible.

Tú, asediado por la culpa e incapaz de articular una sola palabra.

Pero entonces tu madre te acercará la mano.

Y de nuevo, te sonreirá.

viernes, 22 de mayo de 2015

Respirar

Permitidme que haga una reflexión sobre la vida utilizando como metáfora una montaña rusa.

   Tú vas por ahí, tranquilamente, sin problemas, como dando un paseo. Sin saber exactamente porque, empiezas a subir y a subir.

Todo se pone bien, cada vez mejor. Es cierto que todo va tan rápido que te asusta. Pero no importa, en ese momento, eres el puto amo.

Y de repente se hace el silencio y cae.


Y cae a mayor velocidad de la que subió.


Y vuelves a asustarte.


Y esta vez si importa.

Y ya no eres el puto amo, ahora eres más un mierdecilla con cara de gilipollas sobrepasado por las circunstancias.


   Todo va muy despacio, como a camara lenta. Te asalta a la cabeza la Negación, el enfado, el odio, la depresión y la negociación con la realidad. Por lo general, acabo estos momentos haciendome una paja.


   Después toca detectar, analizar y resolver los problemas para con el tiempo volverla a cagarla exactamente igual. En cierto modo, es admirable nuestra capacidad de supervivencia, Y bueno, si no funciona, siempre puedes tirar de Tranxilium.


   Y al final de todo, cuando todo se convierte en calma.Cuando vuelves a empezar a subir y a subir te das cuenta que el verdadero premio en realidad, es respirar.

Respirar.

viernes, 1 de mayo de 2015

Son bellos los abuelitos

   Me gusta escuchar a los abuelitos: hablan sin prisa, mezclan la vida con sus propios sueños y les importa una mierda si te interesa o no.

Son bellos los abuelitos

   No sé, quizá envejecer consista en mezclar sin pudor realidad y fantasía, pasado y futuro, alegrías y derrotas. Y sin dejar de decir la verdad.

   También pienso a veces que la verdad sólo es una norma socialmente operativa, pero que en realidad, no hay nada más honesto que nuestras mentiras.

   En fin, os recomiendo mantengáis la distancia conmigo, mis niveles de sensibilidad de hoy pueden provocar es que me quede embarazado.

Voy a tocarme.

sábado, 21 de marzo de 2015

Ángel Caído

   Chet Baker fue un trompetista, cantante y músico de jazz, exponente del estilo cool (el west coast jazz de los años cincuenta).
   El caso es que en 1960, encontraron a Chet Baker en el baño de una gasolinera de Lucca, Italia, inconsciente después de meterse un chute de heroína.
   En la Italia de principios de los 60, fue un auténtico escándalo. Fue condenado con una sentencia ejemplarizante por su estatus de estrella.
  Casualmente, Lucca tenía una muy nutrida comunidad de aficionados al jazz. Decenas de fans fueron a ver a Chet al juicio.
    En la cárcel estaba prohibido tener instrumentos musicales, pero el hijo del alcaide, que era seguidor de Chet, intercedió por él
    Chet tenía permiso para tocar dos horas al día. La cárcel se paralizaba para oírle. Enseguida, se corrió la voz por todo el pueblo.
    Y todas las tardes a la misma hora, cientos de personas rodeaban los muros de cárcel, para escuchar a Chet Baker tocar desde su celda.

Buenas noches.



sábado, 25 de octubre de 2014

Aceptar con serenidad


    La otra mañana removiendo papeles, encontré una foto de mi madre muy deteriorada. Por un momento, tuve la sensación de que el tiempo se detenía.

La miré como el que encuentra un tesoro.

La cogí con mucho cuidado, como para que no se rompiera.

Y bueno, al final, el que se rompió fui yo.

   No sé, pasa el tiempo y lo cierto es que casi todo me sigue haciendo daño. Un comentario a destiempo, un gesto de reprobación, una mirada de indiferencia. Los recuerdos de tus seres queridos y que nunca más volverás a ver…

   El procedimiento tampoco ha cambiado demasiado: una punzada en el estómago y la sensación que mi cuerpo se torna más y más pesado, consciente de que tendrá que emprender su retirada con toda mi fragilidad a cuestas.

   Sé que nada es para siempre, sé que al final, de una manera u otra, todo el mundo se larga, y eso me produce mucha tristeza.
    Lo cierto es que no consigo -y en esto me engañaron: dijeron que sucedería con los años- aceptar con serenidad ni las pérdidas de los tuyos ni las críticas. Ni las negativas. Ni la frustración. Ni el desengaño. Me entrego desesperadamente a la contemplación de cualquier otra cosa que no sean los ojos de mi interlocutor cuando éste mira con demasiada insistencia los míos. Me pongo el jersey antes de que llegue el otoño, espero pacientemente a que me quieran antes de empezar a dar, lloro con los spots de televisión, joder, tíos, tengo 49 años y sigo llorando con todos los puñeteros anuncios en los que sale gente recibiendo cartas o niños paseando con sus abuelos por el campo.

En definitiva: creo que nunca aprenderé a ser fuerte.

Duele reconocerlo, la verdad.

Y también me alegra un poquito.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Todo Correcto

Esta noche me encuentro sentimentalmente despechado, moralmente derrotado y sexualmente hiperactivo. Todo correcto.

Me alegra comprobar que no soy el único que compensa el desamparo escribiendo aqu,en la red, cosas raras sin objetivo comunicativo alguno.

Ya puestos, os diré que a veces pienso si tendría valor para suicidarme en caso de que la vida se tornara un terrible penar y generalmente acabo masturbándome.

¿No os pasa a vosotros? Me refiero a lo de acabar masturbandote como punto y final a una profunda reflexión sobre el sentido de la cosas.

Eso sí, si volviera a empezar, haría exactamente lo mismo pero contándolo mucho mejor.

Y bueno, también debo confesar que me da mucha envidia comprobar lo odiosamente jóvenes que sois algunos.

En fin, Que os follen. Lo digo en serio y desde un prisma poético. Suerte a todos.

viernes, 30 de mayo de 2014

Eso es Importante. Importantísimo.

La otra tarde hablando con Hacienda, una señora al otro lado del teléfono me trató fatal. Pero como mi alma es noble sólo la he llamado zorra. Y como con un leve susurro.

Lo cierto es que deberíamos ser más benevolentes con los demás y sobre todo con nosotros mismos. Despertar, cagar, desayunar, relativizar...

Pero aquí seguimos, llorando para nadie.

Deberíamos comprender que somos una compleja combinación de mierda y gloria que necesita de sus propias contradicciones para existir.

Y bueno, sobre todo tratar de follar bonito y didáctico. Eso es importante. Importantísimo.