Ahora toca existir un día sí, un día no, y así sucesivamente.

lunes, 8 de octubre de 2012

Acostumbrados a Mentir

   La mentira es una falta de respeto hacía mis semejantes. Ningún ser sintiente (viviente) debería escuchar mentiras, que se las dijesen. Mentir es una falsificación de la realidad y ya se que opinión tiene la sociedad de los falsificadores, yo también la tengo mala.
Nunca he contado las mentiras que soy capaz de decir en 24 horas. Es verdad que hay días que digo más mentiras que otros. Puede que tenga una media de tres mentiras al día, no lo sé.

   Las hay conscientes, inconscientes, inocentes, con mala leche, piadosas, necesarias, incómodas, gigantes como una montaña, pequeñas como una bacteria.... tenemos todo un arsenal donde elegir. En ocasiones decimos mentiras que producen consecuencias espantosas, que influyen tanto en el ambiente o en otras personas que las recuerdamos durante toda la vida.

   Uno puede estar  tan acostumbrado a mentir que, primero; ciertas mentiras no las considera como tales. Segundo; hay mentiras que nos las creemos tanto que acabamos pensando que son ciertas. Tercero; hay otras que nos averguenzámos según las estámos diciendo, claro se nos acaba notando que mientímos (que malos momentos son esos!). Cuarto; hay mentiras que las repetímos una y otra vez, para acabar siendo comodines en la conversación....

   Hemos  llegado a un estado en el que creemos que los demás, los otros, las personas con las que tratámos, mienten tanto que no son capaces de reconocer lo que significa ser sincero, y que nosotros nunca mentímos.
 
   Actualmente me creo el tipo más sincero del mundo, es más, estoy convencido de que soy el único que dice siempre la verdad. Odio la mentira, me repito como un mantra a todas horas.
Incluso hago ejercicios de conversación, una vez fabrico una conversación llena de mentiras y en otras en donde la mentira no existe, es una conversación en la que desnudo mi conciencia. Después las comparo para examinar las diferencias, para fijarme en los matices, para sacar conclusiones.
 
   ¿Quien soy? ¿Qué me gusta? ¿En que ocupo mi tiempo? ¿Soy así o así? Mis recuerdos acerca de mi biografía recorren el tiempo pasado ¿son verdaderos esos recuerdos?. Delante de los demás explico mi vida, mis tendencias, mis gustos...¿son realmente esos, es así mi vida?. Más aún, trascendentalmente, mi pensamiento juzga lo que soy, ¿soy sincero?. ¿Mi mente puede conocer a mi mente, se engañan entre si? ¿es una sola cosa?.
 
   La mentira solapa a la verdad, se impone. La mentira ha llegado a ser carta de naturaleza en nosotros. No reconocemos ya cuando estamos mintiendo y cuando decimos la verdad. "La verdad" es un concepto tan particular, siempre oigo decir, "es la verdad" ¿si?, ¿es "la" verdad?, "yo no te mentiría nunca" ¿no?, "no digo mentiras, estoy acostumbrado a decir siempre "la" verdad". ¿Quien tiene el poder de conocer la verdad?.
¿Qué es la verdad? ¿se puede reconocer?.
 
   Creo que al confundir la mentira con la verdad, la ficción con la realidad, se conforma, se fabrica, un escenario teatral. El mundo, la vida cotidiana se transforma en un inmenso escenario, en donde se representa la propia vida y  cada mañana se levanta el telón de esta.

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