La otra tarde hablando con Hacienda, una señora al otro lado del teléfono me trató fatal. Pero como mi alma es noble sólo la he llamado zorra. Y como con un leve susurro.
Lo cierto es que deberíamos ser más benevolentes con los demás y sobre todo con nosotros mismos. Despertar, cagar, desayunar, relativizar...
Pero aquí seguimos, llorando para nadie.
Deberíamos comprender que somos una compleja combinación de mierda y gloria que necesita de sus propias contradicciones para existir.
Y bueno, sobre todo tratar de follar bonito y didáctico. Eso es importante. Importantísimo.
Sublime.
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