Ahora toca existir un día sí, un día no, y así sucesivamente.

lunes, 13 de enero de 2014

Y vale: sé que nada dura para siempre

Dejad que os cuente algo: La otra tarde, mientras tendía la colada con esa depurada técnica que un día alguien me aconsejó para conseguir que no te quede arrugada, coincidí en la terraza contigua a la mía con la vecina.

Os diré que es una mujer encantadora. Debe rondar los 75 años. Siempre se preocupa por mí, por mi hijo, por que tal  me van las cosas y que si necesito algo.

Y bueno, también es verdad que siempre me repite lo mismo como si fuera la primera vez.

Pero además me dijo señalando las ventanas de los bloques: ése, ése, ése y ése se han muerto. Y ése también.
Lo cierto es que se trata del típico barrio que surgió a golpe de desarrollismo y cuyos habitantes tradicionales poco a poco van cediendo paso a otros que no son ellos.
Y vale: sé que nada dura para siempre, que la vida está viva, que es el natural devenir de las cosas, que todo es un eterno retorno de lo mismo.

Pero jo: qué pena tiene que dar quedarse solo.






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