Os diré que es una mujer encantadora. Debe rondar los 75 años. Siempre se preocupa por mí, por mi hijo, por que tal me van las cosas y que si necesito algo.
Y bueno, también es verdad que siempre me repite lo mismo como si fuera la primera vez.
Pero además me dijo señalando las ventanas de los bloques: ése, ése, ése y ése se han muerto. Y ése también.
Lo cierto es que se trata del típico barrio que surgió a golpe de desarrollismo y cuyos habitantes tradicionales poco a poco van cediendo paso a otros que no son ellos.
Y vale: sé que nada dura para siempre, que la vida está viva, que es el natural devenir de las cosas, que todo es un eterno retorno de lo mismo.
Pero jo: qué pena tiene que dar quedarse solo.
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